La (mal) influencia del reggueton

Que el reggaetón sea el género más machista del panorama musical reciente no resulta sorprendente. Pero ahora los datos permiten ponerle una medida concreta a ese fenómeno:
Las canciones de reggaeton acarrean 6,32 indicadores machistas, frente a una media global de 4,27.
Es decir, no solo es el más problemático de todos los géneros, sino que se aleja significativamente de la media. Le sigue el hip-hop con 5 indicadores machistas por tema, lo que también lo sitúa por encima de la media. El pop, en cambio, presenta un nivel bastante inferior: 2,89 indicadores por canción, aunque sin dejar de evidenciar la presencia de este tipo de discursos en sus canciones.
El caso más peculiar es el de la electrónica: Ni un sólo indicador machista en sus canciones
La razón principal no parece estar tanto en una intencionalidad inclusiva como en la propia naturaleza de estas canciones: suelen carecer de letra o contar con muy poca carga narrativa, lo que las deja, en muchos casos, fuera del análisis discursivo. Aunque igual que cuando no hay letra, no hay violencia, tampoco hay posibilidad de respuesta: sus canciones no poseen ni una sóla frase con ambición feminista.
Profundizando en estos indicadores feministas, vemos cómo la tendencia se invierte: la media global se reduce a apenas 0,5 indicadores por canción, revelando la fragilidad del discurso emancipador en las letras populares. Aquí, podemos apreciar cómo el hip-hop representa la antítesis al caso de la electrónica, pues con una media de 1,75 indicadores por canción destaca como el género más feminista. Esto refuerza la idea de que las letras más densas y discursivas son capaces tanto de replicar el machismo como de confrontarlo. Con respecto al reggaeton, al igual que en el tocadiscos morado, volvemos a observar un mismo patrón:
El reggaetón, con tan apenas un indicador feminista cada 5 canciones, no solo está imponiendo una narrativa, sino que también silencia cualquier otra.
En resumen, el gráfico deja claro algo que ya intuíamos pero ahora podemos afirmar con números: el reggaetón no solo ha cambiado el ritmo de nuestras playlists, también ha amplificado discursos machistas con una contundencia alarmante.